HACIA CHALKOTTE
Nos queda un día de espera antes de salir rumbo a Wamena. Así que pregunto en la recepción del hotel que se puede visitar además de Jayapura, en donde ya habíamos estado y no vale tanto la pena. Nos recomendó un pueblecito en las afueras de Sentani, Chalkotte, desde donde se puede ver parte del Danau (lago) Sentani. Allí fuimos en bemo que nos dejó en la entrada de un camino de tierra que cruza la carretera principal y que tiene un cartel que indica la dirección de Chalkotte. Empezamos a caminar adentrándonos en una zona llena de palmeras y de lugareños que nos saluda al pasar. Realmente la naturaleza en esta zona es potente, salen árboles, palmeras gigantes, plantas por todos lados. Hay unos puestitos de mangos en el camino donde paramos a comprar. Salvajes y buenísimos. Al llegar al final del camino nos encontramos con el lago Sentani. Hay un pequeño embarcadero donde un grupo de gente discute y se ríe delante de una lancha de tamaño medio. Me acerco a un veterano con gorra blanco que supongo que será el capitán para averiguar si aquello es un ferry que va parando en distintos lugares del lago, horarios, precios, etc. A pura seña, no habla inglés y menos español, le intento comunicar mis intenciones. Le enseño un puñado de rupias para hacerle entender lo que estoy dispuesto a darle por el supuesto viaje hacia no sé dónde. Se ríe a carcajadas, no sé si es por el dinero que le ofrezco, por la propuesta que le hago o por mi cara de idiota. Se aleja un poco comenta la jugada con otros que hay alrededor que también empiezan a reírse a carcajadas. Luego de un rato de espera se acerca, me hace un gesto con la mano para que me acerque y me señala la lancha. Le ofrezco dinero, pero hace un gesto de negación con la cabeza. Le señalo el reloj y abre la palma de la mano dándome a entender que sobre las 5 de la tarde vuelve al mismo punto. Así que nos subimos y a ver donde vamos a parar.
Nos queda un día de espera antes de salir rumbo a Wamena. Así que pregunto en la recepción del hotel que se puede visitar además de Jayapura, en donde ya habíamos estado y no vale tanto la pena. Nos recomendó un pueblecito en las afueras de Sentani, Chalkotte, desde donde se puede ver parte del Danau (lago) Sentani. Allí fuimos en bemo que nos dejó en la entrada de un camino de tierra que cruza la carretera principal y que tiene un cartel que indica la dirección de Chalkotte. Empezamos a caminar adentrándonos en una zona llena de palmeras y de lugareños que nos saluda al pasar. Realmente la naturaleza en esta zona es potente, salen árboles, palmeras gigantes, plantas por todos lados. Hay unos puestitos de mangos en el camino donde paramos a comprar. Salvajes y buenísimos. Al llegar al final del camino nos encontramos con el lago Sentani. Hay un pequeño embarcadero donde un grupo de gente discute y se ríe delante de una lancha de tamaño medio. Me acerco a un veterano con gorra blanco que supongo que será el capitán para averiguar si aquello es un ferry que va parando en distintos lugares del lago, horarios, precios, etc. A pura seña, no habla inglés y menos español, le intento comunicar mis intenciones. Le enseño un puñado de rupias para hacerle entender lo que estoy dispuesto a darle por el supuesto viaje hacia no sé dónde. Se ríe a carcajadas, no sé si es por el dinero que le ofrezco, por la propuesta que le hago o por mi cara de idiota. Se aleja un poco comenta la jugada con otros que hay alrededor que también empiezan a reírse a carcajadas. Luego de un rato de espera se acerca, me hace un gesto con la mano para que me acerque y me señala la lancha. Le ofrezco dinero, pero hace un gesto de negación con la cabeza. Le señalo el reloj y abre la palma de la mano dándome a entender que sobre las 5 de la tarde vuelve al mismo punto. Así que nos subimos y a ver donde vamos a parar.
EN BARCO POR EL LAGO SENTANI
La lancha es como un antiguo ferry de estos que llevan a turistas a una
isla cercana. Tiene una pequeña zona al al aire libre en proa y varias filas de asientos de madera paralelos, tipo bus, dentro.El lago está rodeado de pequeñas islas con casas sobre el agua sobre la costa. La mayoría tiene una pequeña canoa o lancha a motor, supongo que
para ir a los pueblos y ciudades cercanos. La gente saluda al pasar por delante
de ellos. Están en un lugar realmente privilegiado, a orillas de un lago
espectacular, aislados del ruido y a pocos minutos en lancha de la costa. Y son
muchos por toda la costa del lago. Desde el momento que subimos yo pensé que
era un ferry que iba haciendo paradas en distintas partes de las islas para
dejar o recoger gente. Lo extraño era que la gente se saludaba, abrazaba y bromeaban
entre ellos. Se repartían y convidaban alimentos y bebidas entre todos. Será la
hospitalidad de los habitantes por esta zona pensé. Estábamos sentados fuera en
la proa porque el calor era importante y poco a poco empezó a acercarse gente.
Primero los niños. Empezamos con las típicas fotos a las botijas. Algunos de
sus nombres: Juliey, Jhohan, Frank, Dics, Cristin, Salmon. Luego se fueron
acercando los adultos, uno a uno y poco a poco para sacarse fotos con sus
cámaras, con la mía y con los móviles. Nos pusimos a intentar hablar algo con
la gente con las que nos fotografiábamos y nos enteramos que habíamos
subido a un barco alquilado por una familia de Jayapura para pasar un día festivo
navegando por el lago Sentani. A partir
de ese momento todo cambió ya que entramos más en confianza. Me hice amigo de
un indonesio que resultó ser policía pero simpático igual porque no estaba de
servicio o porque no pertenecía a los mossos d’esquadra. Hablamos bastante
rato, yo le decía a todo que sí igual que él a mí. La verdad creo que
entendíamos la mitad o menos de lo que nos decíamos. Me contó que hay
cocodrilos en el lago, pero según él solo aparecen por la noche porque ahora duermen.
También dijo que hacen este viaje una
vez al año con toda la familia y que son como cincuenta personas.
La compañía en el barco. |
Un poblador de la zonas. |
EL BAÑO EN EL LAGO
Aquí paramos a comer. |
Luego de un par de horas navegando paramos en otro embarcadero a comer. Allí nos invitan con todo su menú: pollo, pescado, arroz, yuca, etc. Todo casero y buenísimo. Después nos lanzamos varias veces al agua desde el embarcadero con los niños que se lo pasan a lo grande. Estamos al lado de un pantano y yo intento no pensar “a ver si vamos a despertar con todo este ruido alguno de los cocodrilos que seguro hay allí y que están durmiendo según el policía”. Después de unos cuanto baños nos subimos y emprendemos la vuelta. Durante todo el viaje de ida y vuelta hay una mujer bastante gorda que no para un segundo de engullir. Está sentada sobre el suelo de la lancha y solo se levanta para buscar más gaseosos, snacks, frutas o lo que sea. Aquí no tienen mucha conciencia medio ambiental y todos los desperdicios, botellas, envoltorios los tiran al lago como si nada. Pasa lo mismo en tierra.
El menú. |
Casi llegando al final del recorrido deciden dar una vuelta
más grande de regreso y nos dirigimos a rodear un islote. Luego de pasarlo el motor se para a unos doscientos metros de la costa donde hay una de las tantas casas flotantes que vimos en el camino. Una familia nos saluda desde la puerta de su
casa. Alegres. El mecánico que también es el copiloto baja a la “sala de
máquinas” a ver qué pasa. Sube y baja varias veces, nervioso y sudado. El motor
sigue parado y lentamente la corriente nos acerca a la casa flotante. La
familia nos mira y dejan de saludarnos
porque ven que aquel pedazo de metal flotante se acerca lento pero seguro hacia
su hogar. Parece que el barco se quedó sin gas-oil. La casa flotante hacia
donde nos dirigimos a la deriva está rodeada de pequeñas piscifactorías que
amortiguarían el supuesto choque. A unos pocos metros de las redes el policía se tira al lago y empieza a patalear intentando, en vano, mover el barco. Luego se tira la abuela, una señora que ronda los ochenta años. No tengo muy claro si lo hace para ayudar o para salvarse del choque. El resto remamos con los brazos desde la lancha, el capitán mueve el timón y así entre todos logramos que la máquina se mueva lejos de la casa. Los dueños de la casa al final se ven beneficiados porque se dedican, entre otras cosas, a la venta de combustible. Así que el mecánico-copiloto le compra un par de bidones grandes, nos vamos y nos saludan como al principio. Sobre las 18 horas llegamos al embarcadero desde donde partimos en Chalkotte. Nos saludamos, agradecimos el tour diario y hasta la próxima.
La familia nos saluda sin saber que el barco va a darse de frente contra su casa. |
Intentando evitar chocar contra la picifactoría que rodea la casa. |
...
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