RUMBO A SUGOKMO
A las 8 horas nos encontramos con Jonas, los dos porteadores, Manus y Soy, y el chófer que nos llevaría hasta Sugokmo en su camioneta. El viaje dura media hora. Por el camino paramos en un mercado de frutas y verduras muy rústico. Los productos los trae la gente que viene caminando desde el valle durante varias horas. Llegan ponen una lona en el suelo y venden las frutas y hortalizas. Algunos se quedan a dormir por ahí porque volver significa varias horas de caminata en subida por el valle. Es realmente increíble y admirable el esfuerzo que tienen que hacer estas personas. Jonas compra verduras. Tienen muy buen aspecto. Esto sí que es ecológico, en medio del valle, sin asfalto, ni gasolina, ni contaminación, ni antenas, ni sello ecológico, ni gobierno que controle, ni ninguna otra estupidez, agricultura pura y dura, la de de toda la vida.
Comprando provisiones para la caminata |
COMIENZA EL TREKKING
Cruzando el río Baliem |
Las primeras aldeas Dani. |
Al cabo de un par de horas empiezan a aparecer las aldeas de los Dani, habitantes autóctonos de la zona. Son cuatro o cinco cabañas de una o dos familias, con un pequeño huerto y animales sueltos, sobretodo cerdos y gallinas. Los hombres por lo general se encargan de ir a comprar a Wamena, de la construcción de viviendas, de buscar leña, de las cargas más pesadas y de rascarse los huevos. Las mujeres trabajan en la agricultura, se encargan de los niños, la comida, la ropa y la venta de lo que cosechan. La marcha es constante, aunque de vez en cuando, sobre todo al final de un tramo de camino que culmina en una cima paramos a contemplar la vista a sacar fotos y a cargar los pulmones de Jonas y los porteadores de tabaco indonesio, que es dulce y les encanta. Vi en varios blogs, y lo confirmo, que cae muy bien entre la gente de allí invitar con un cigarro indonesio. Lo agradecen mucho. Antes de llegar a nuestra primera parada nos encontramos a una señora mayor que descansa sentada al costado del camino junto a otro grupo de gente. Cuando nos saludó observé que le faltaban algunos dedos. El guía nos dice que se lo cortan cada vez que muere un familiar cercano. Por lo que más vale no tener familia numerosa en estas tierras.
Dedos cortados en honor a un familiar muerto |
Con el guía Jonas Wenda en un paisaje del valle Baliem |
Los Dani son gente de estatura baja lo cual no se corresponde para nada con
el tamaño de sus pies. Sin contar al guía Jonas que es un Dani moderno, con sus botas de trekking
resistentes y suela gruesa el resto de la gente de la zona y los porteadores
van descalzos y tienen unos pies y dedos anormales. Aunque atravesamos un valle
el camino no es para nada un campo de fútbol, al contrario está lleno de
piedras, grandes, pequeñas y sobretodo puntiagudas además de varios charcos y
riachuelos que encontramos durante el recorrido. Inclusive con calzado
deportivo, que es lo que llevaba, sientes las piedras en la base de los pies.
Pero esta gente camina como si nada, pisan piedras arbustos, ramas como quien
pisa arena del Caribe y ni un gesto de dolor o queja. Nike, Adidas y compañía
podrían mandar a algunos de sus investigadores a estudiar la planta de esta
gente para simularlas en las suelas de sus calzados. Se imaginan, Nike Air
Dani.
Un porteador caminando descalzo |
Preparando el fuego para cocinar |
Nos detenemos en la primera aldea Dani sobre las 13 hs. Hay
un montón de botijas. Aquí la gente se reproduce como conejos. Tener 5 o 6 hijos es de lo más normal. Es lo que tiene no tener tv. Son algo tímidos con nosotros porque no acostumbran a ver a gente diferente a la de las aldeas contiguas nos dice el guía. Entre todos los niños negros vemos a un albino blanco como la leche. Durante el recorrido veremos más albinos. Esto se produce debido al apareamiento de miembros de una misma familia, algo frecuente en esta zona. Por lo menos tienen más suerte que los albinos de algunos países africanos los cuales son mutilados por supuestos poderes
divinos. Nos invitan a entrar a una cabaña. La puerta es pequeña por lo que dependiendo
de tu altura y agilidad es muy probable que tengas que entrar gateando. Adentro
hay bastante humo y una fogata en el medio. La cabaña circular, tiene el suelo
lleno de paja lo que le aporta comodidad y calor. Estas chozas o cabañas tienen
dos plantas. Nosotros estamos en la planta baja que hace honor a su nombre pues
tiene una altura de un metro como máximo. En la segunda planta duerme la gente.
De esta forma mientras utilizan el fuego central para cocinar y juntarse a
charlar tomándose un té o café calientan los dormitorios de arriba. Aunque
Indonesia en general tiene un clima tropical esta zona es fría, sobretodo en
invierno.
Entrada a la cabaña |
Aquí no hay nada pactado, el guía para en alguna aldea, en concreto
en ésta no conocía a la gente, habla con ellos, le ofrece algunas rupias a
cambio de un par de horas en algunas de sus cabañas y se cerró el trato. La gente nos
facilita leña, agua y algún utensilio de cocina. Mientras nos invitan a un té
alrededor del fogón y el guía nos hace de traductor a las preguntas que les
hacemos a los pobladores, los porteadores siguen las instrucciones de cocina de
Jonas. “Les estoy enseñando a cocinar para que sean mejores ayudantes” dice
sonriendo. La preparación de la comida en estas condiciones es lenta pero el
resultado es diez puntos. Las porciones son abundantes y variadas. Por lo
general basadas en el arroz ,nudels, carne de cerdo enlatada y hortalizas. El
plato estrella es un sopa de verduras que no tiene nada que envidiarle a
cualquier restaurante estrellado, michelinamente hablando, de ciudad importante.
Después nos tomamos un té, una siesta latina y a seguir caminando.
El padre Dani de esta familia numerosa. |
Los niños Dani
UGEM, UN LUGAR DONDE DORMIR
Durmiendo entre nubes. |
Al principio del trekking no se ven aldeas pero una vez que empiezan a aparecer es frecuente verlas con más asiduidad. Durante el trayecto por la senda o camino del trekking aparecen muros de piedras de un metro de alto, con sus improvisadas escaleras para pasarlos, que delimitan la entrada y la salida de las aldeas. Con la aparición de las aldeas empiezan a verse “casas de dios”, no sé de qué religiones, en algunos puntos del valle construidas con materiales industriales. Sobre las 17 horas llegamos a la aldea donde dormiremos. A esta hora ya empieza a oscurecer y hace un poco de frío. Repetimos ritual: fogata + café + charla + comida + té + buenas noches. Dormimos dentro de una tienda de campaña, tipo decathlon, que han armado los porteadores dentro de una cabaña. Nulo espíritu de camping. Según nos dice para evitar las ratas y los mosquitos.
Un Dani auténtico |
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